La marca, que nació para crear prendas que protegieran del frío y la humedad a los pescadores de la zona, es parte de la historia gala: suma ya 134 años, cuenta con un único centro de producción junto al monte Saint-Michel y desde 2012 es considerada Empresa del Patrimonio Vivo de Francia (EPV), un sello de calidad que el Estado renueva cada cinco años y con el que se reconoce el saber hacer de excelencia de algunas compañías francesas.